El extraño caso de la cigueña viajera

Siempre me ha extrañado el parecido que la gente me encuentra con Amelie Poulain. Hace mucho tiempo que ya no llevo ese corte de pelo que caracterizó una parte de mi juventud y rara vez me pinto los labios de rojo. También abandoné esos vestidos de colores profundos y los zapatones pesados. Y no soy tan guapa como Audrey Tautou. Ya quisiera yo:)
Pero L. el viejecito más adorable que conozco, me dijo el sábado que son mis ojos y mi mirada de niña traviesa lo que hace que la gente me encuentre ese parecido. Creo que os conté que a mi madre le da un vuelco el corazón cada vez que ve imágenes de la película y repite una y otra vez...¡igualita...es que eres igualita....¡
U. añade también que el parecido está no sólo en mis ojos, sino en mis múltiples artimañas para alegrar a la gente que quiero cuando están tristes. Les dejo regalos escondidos en los zapatos o debajo de la almohada, les hago galletas de chocolate, les regalo flores, hojas, arena o piedras, les envío entradas para ir a conciertos, les canto un día sí y otro también al teléfono o les bailo un reggaeton para que se rían. Y sobre todo les abrazo y les aplasto hasta que no pueden respirar. Soy una brutita.
Cuando S.P estaba tan triste le mandaba fotos del Gordo, mi elefante de plástico, desde todas las ciudades donde iba; como las fotos del enano de jardín que Amelie le mandaba a su padre.

Yvon Stengel, un panadero francés de la localidad de Charleville-Meziers encontró en su jardín en junio de 2007 la figura de su cigueña Kevina, que desapareció misteriosamente un año antes del tejado de su casa. En ese año Stengel había recibido fotos de Kevina desde la Puerta de Brandemburgo, la Torre Eiffel, La Opera de Sydney y la Estatua de la Libertad.
¿Estaría triste el panadero?